Descripción del proyecto



Haizea, escort vasca muy especial
Empezaré por presentarme, soy una joven vasca universitaria cariñosa y entregada.
Me llamo Haizea.
Presumo de ser una persona perfeccionista y que se exije mejorar cada día…que dificil verdad?
Cada momento que vivimos, puede ser una aventura, una enseñanza, un placer… y de todo se puede aprender si se hace con actitud positiva; Y así he llegado aquí… buscando una vida desahogada y sabiendo que cada persona que conozca, será un trocito de mi vida y quiero que sea una aventura especial para los dos!
En el sexo me entrego a tope intentando sentir y hacer sentir, adoro los besos y las caricias, pero sobre todo conseguir llevar al límite la excitación de mi compañero, me vuelve loca!!!
Te atreves a probar?
Escort en Bilbao | |
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Nombre | Haizea |
Estatura | 1,66 m. |
Color de pelo | Castaño dorado |
Idiomas | Inglésy Euskara |
Color de ojos | Castaños |
Peso | 54 kg. |
Profesión | Universitaria |
Edad | 24 años |
Medidas | 95-60-92 |
Origen | Bilbao |
Tipo de acompañamiento | Acompañante, Apartamento, Viajes, Visitas |
Horario | Cita concertada |
Localidad | Bilbao |
Disponibilidad | Consultar |
LITERATURA ERÓTICA
Texto extraído de «Historia de una ninfómana»
Autor: CuentaRelatos
Tampoco tenía fuerza para responder preguntas existenciales. La respiración se agolpaba y los consiguientes jadeos eran, simple y llanamente, la expresión del voraz deseo sexual y la proximidad de los millones de orgasmos que me estaban subyugando. Me sentía igual que cuando le engañaba con otras personas para colmar mis apetitos. Personas y apetitos que él desconocía. Pero, no era el momento de sincerarse con la existencia. Me abalancé sobre él y, devorando su lengua, conduje mis manos a su entrepierna en un frenesí estremecedor.
Lejos de resistirse, me alzó en volandas y haciendo fuerza con sus grandes brazos me llevó hasta la encimera. Me sentó y, con ansia fiera, me arrancó los botones de la camisa haciendo que mis pechos se liberasen y las areolas pidieran a gritos su lengua. Víctor recorrió todos y cada uno de los poros de mi piel, humedeciendo mis pezones y endureciéndolos para jugar cariñosamente con ellos entre sus dientes. Después, agarró con fuerza mis glúteos y me acercó para sentir su erección, que aún estaba vestida por sus pantalones. Yo ya era aquellos manantiales de deseo que tanto había extrañado.
En pleno éxtasis, una sensación todavía más asombrosa se apoderó de mí: Víctor había desaparecido. De repente, mis brazos colgaban del aire y la excitación de mi vulva se ocultaba bajo el tanga. ¡Ni siquiera recordaba que me hubiera quitado los pantalones!