Descripción del proyecto



Leire, un verdadero lujo. Recién iniciada.
Hola, soy Leire, una joven que puede animar tu día si te decides a llamarme. Soy una recién iniciada escort que por unos pocos días estaré en Bilbao. Mis amigos cuentan de mi que nací para alegrar los corazones, la vista y la vida de quienes me rodean.
Soy como un ángel, tengo unos ojos negros que no vas a olvidar nunca, mi sonrisa irradia felicidad y magia. Me encanta la música y sobre todo bailar, mover mi esbelto cuerpo al ritmo mientras dejo volar mi mente. Mi piel muy cuidada, suave y tersa invita a ser acariciada, mimada…
Sobre mi en la intimidad te puedo decir, que a pesar de mi juventud, te costará encontrar una amante que te haga disfrutar tanto y con tanta pasión como yo. Y…a partir de ahora tu decides, no me dejes escapar o te perderás unos momentos increíbles de verdadero placer. Llámame!!!
Escort en Bilbao | |
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Nombre | Leire |
Estatura | 1,65 m. |
Color de pelo | Castaño |
Idiomas | Español |
Color de ojos | Negros |
Peso | 52 kg. |
Profesión | |
Edad | 25 años |
Medidas | 100-60-91 |
Origen | Donostia – Francia |
Tipo de acompañamiento | Acompañante, Apartamento, Viajes, Visitas |
Horario | Cita concertada |
Localidad | Bilbao |
Disponibilidad | Consultar |
LITERATURA ERÓTICA
Texto extraído de «Rojo carmesí»
Autor: Carla Baseti
Sus senos, sin embargo, aún se hallaban atrincherados debajo de la tela. Allí mis dedos se detuvieron. Era momento de que mis labios y mis dientes hicieran el resto, y lo hicieron; mordieron la tela y al descenderla, desnudaron el círculo de sus aureolas impresas en sus lácteos pechos, hasta que al igual que dos soles rosados, afloraron sus pezones en punta, en cumbre, advertidamente erectos y carnosos. Habría que preguntarle a mi boca cómo deglute lo que desea. A falta de su leche, la savia de mi baba retorcida por mi lengua los bañó. Lamí con oficio de orfebre, chupé esos pezones con sed, me amamantaron, los ordeñé fantaseando que despedían algún líquido vital de luz, senos jóvenes que cabían exactos en mi mano y también en mi buche desaforado. Luego, tras lo lento, mi lengua enloquecida como un molinete empezó a moverse con vehemencia.