Descripción del proyecto



Valentina, puro placer y lujuria
Valentina.
28 años.
Soy puro placer, la lujuria hecha mujer.
Un derroche de erotismo que reúne todos los encantos necesarios para satisfacer a los hombres más exigentes.
Valentina es dulce y, al mismo tiempo, pícara, cariñosa y, a la par, muy desinhibida en todo lo que tenga que ver con el placer sexual.
Garganta profunda
Masaje relax con final feliz.
También salidas a hoteles.
Máxima discreción.
Primera vez en Bilbao!!
Zona de Indautxu.
LITERATURA ERÓTICA
Texto extraído de «Vendedora de tuppersex mide pollas»
Autor: p.j.man.
Ella se levantó y me propuso pegarnos un baño. Nos metimos en la piscina y seguimos con la conversación que teníamos pendiente. Le dije que nunca me había medido la polla. Ella con una mirada morbosa se acercó y me dijo que ella sabía medirla con las manos y con la garganta. Me volví a excitar y esta vez quería que lo notara para que me hiciera su medida personal.
Me detalla con exactitud como un hombre se la folló y fue capaz de hacerle correr a chorros con los dedos. Ella cogió mi mano y me explicó como posicionar mis dedos en su vagina. Estaba tan excitado que al acercarse a mi rocé la polla con su pierna. Ella la notó y dio un suspiro de excitación. Se mordió la lengua y sin pensarlo un segundo llevó mi mano hacia su coño. Me dijo que le metiera los dedos tal y como me había enseñado. Aprovechando que era una piscina de río y el agua era oscura, le metí los dedos hasta correrse.
Después de correrse dijo que me iba a medir la polla, primero con las manos y luego con la garganta. Me bajé el bañador y me agarró la polla con sus dos manos. Con cara de deseo decía que era muy gordita. Aguantó la respiración, metió la cabeza en el agua y empezó a comerme la polla hasta lo más profundo de su garganta. Cada 20 segundos salía para coger una bocanada de aire y volver a comerse la polla hasta correrme dentro de su morbosa boca.
Cuando sacó la cabeza fuera del agua, quedaba algún resto de semen dentro de su boca. Sonrío, se lo tragó y dijo que tenía una polla con la medida perfecta.
No hay mejor metro para medir una polla, que las manos y la garganta de una vendedora de tuppersex.